Es importante aprender a identificar el lenguaje del alma, escuchar con atención sus mensajes, entrenarse en descifrar su significado. Nuestra alma nos habla a través del lenguaje de los sueños, de los números que se nos repiten hasta llamar nuestra atención, nos habla a través de esa canción que nos envía un amigo y que no podemos sacar de nuestra cabeza, de una frase suelta que escuchamos en la calle y que es la repuesta a esa pregunta que lleva días rondándonos. Y también nos habla a través de esa quemadura en nuestra piel cuando estábamos a punto de dejar caer el agua sobre la bolsita de té, demasiado absortas en algo que no merecía la pena, o de ese animal que cruza la carretera a nuestro paso, obligándonos a detenernos de forma brusca. Nos habla a través de las palabras y de los silencios, casi siempre más elocuentes que ningún otro mensaje. Cuando estás lista/o para prestar atención a las distintas capas de la realidad que te rodea, profundizando un poco más allá de lo evidente, de lo que es obvio para todos/as, no puedes evitar sentirte extasiada/o ante la magia de la vida desplegándose ante ti, guiándote a cada paso que das, recordándote que todo esto que parece tan real no es más que un juego y que estás aquí para aprender, pero también para divertirte, para osar, para caer y levantarte y volverte a caer, sacudirte el polvo y sonreír de nuevo a la vida mientras le dices: “Allá voy otra vez”.
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