Ocurre casi siempre que, cuando las cosas no salen como nosotras/os queremos, nos sentimos frustradas/as y decepcionadas/os con la vida y, sin embargo, después de un tiempo, podemos echar la vista atrás y entender que ese desengaño, esa piedra en el camino que nos obligó a tomar otro rumbo en el último momento, fue lo mejor que nos podía haber pasado. Lo más difícil es atravesar ese tramo de oscuridad en el que aún no hemos podido experimentar cuál será el resultado final y comprobar si todo ocurre, efectivamente, por nuestro mayor bien. En ese momento sólo te sostiene tu propia fe. Y mantenerla es un trabajo duro, que precisa del coraje suficiente para plantarle cara a los propios miedos y de una mente enfocada que nos ayude a elaborar las estrategias necesarias para conseguir nuestros objetivos. Y, más importante aún, a identificar las oportunidades que emergen de toda situación de crisis. Cada persona tiene sus propios recursos para mantenerse a flote, los míos están anclados, desde hace ya algún tiempo, en las enseñanzas del Kundalini Yoga. Practicar los diferentes Kriyas o series de ejercicios nos hace conscientes de nuestra fuerza interior, que nos empuja a mantenernos en asanas o posturas difíciles, conscientes de que luego vendrán situaciones más confortables, mientras que las diferentes meditaciones nos permiten cultivar la mente neutral, esa que nos ofrece una visión lúcida y trascendente sobre las dificultades de la vida. Sat Nam!